Las Cruces de América Latina |
02/10/2015 - Valores Religiosos |
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Eduardo Galeano, autor de “Las venas abiertas de América Latina” (publicado en 1971, y que fuera uno de los libros de cabecera de la izquierda revolucionaria latinoamericana), declaró poco tiempo antes de morir refiriéndose a su obra: “No lo volvería a leer, porque si lo hiciera me caería desmayado”, dejando atónito a su auditorio, y agregó: "no tenía los suficientes conocimientos de economía ni de política cuando lo escribí".
Diferencia notable entre estas postreras reflexiones del autor y la persistencia ideológica de tantos seudo intelectuales y políticos de esta zona del planeta, que siguen mistificando las falacias de la revolución cubana o supuestas virtudes del comunismo. Estas recurrentes posiciones, más que venas abiertas, parecieran cruces ideológicas que carga América Latina, más allá de la pobreza y las injusticias sociales existentes que hay que desterrar.
Un ejemplo fue observar hace unos meses, al presidente de Bolivia, Evo Morales, entregarle como presente al Papa, una cruz montada sobre la hoz y el martillo, en un acto que molestó a miles de católicos. En primer lugar, porque si hay algo que combatió el comunismo fue a las religiones y a los creyentes, y, en segundo lugar, porque no se puede identificar a Cristo con un revolucionario ideológico, sino con un libertador integral de la persona humana. El regalo de Morales, que luego quiso justificar con que era la réplica de la cruz que en los años setenta había confeccionado un jesuita, pareció más bien una burla de alguien que en algún momento habló de eliminar a la Iglesia Católica de Bolivia.
Otro ejemplo, fue observar hace pocos días, al presidente de Cuba, Raúl Castro Ruz, hermano del dictador Fidel Castro, entregarle como presente al Papa, una cruz hecha con remos, en otro acto rayano con el cinismo, ya que los remos simbolizaban la vida de tantos “balseros” cubanos muertos en alta mar huyendo de la isla hacia los Estados Unidos. Y digo también de cinismo, porque este tipo de líderes de América Latina, no sólo siempre invierten la prueba y el relato, sino que jamás reconocen los errores cometidos. Lo único que faltaba es que dijera que los balseros murieron en el mar por culpa de la ambición contrarrevolucionaria y no de la opresión y la falta de libertad para transitar y expresarse que aún existe en Cuba desde que los hermanos Castro tomaron el poder.
Esperemos que, algún día, alcancemos la madurez y el equilibrio necesario para resucitar de nuestras cruces ideológicas y comenzar “a servir a las personas y no a las ideas”, como ha dicho el Papa precisamente en Cuba.
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