Creo que dos actos que se realizaron
hoy (jueves 30 de noviembre) en Estambul marcarán un hito en la
necesidad de los "creyentes" de buscar con mayor esfuerzo y creatividad
el diálogo y la unidad en un mundo que cada día se sumerge más en el
vacío del no creer.
Dos momentos importantes hemos vivido quienes
estamos siguiendo la visita del Papa a Turquía, más allá de las enormes
dificultades que tuvimos para trasladarnos debido a las nuevamente
exageradas medidas de seguridad que paralizaron el tránsito de todas las
grandes avenidas de esta enorme ciudad.
Por la mañana,
la visita a la Catedral Ortodoxa de San Jorge, en el barrio de Phanar,
muy cerca del Cuerno de Oro. Alli, el Patriarca Ecuménico de
Constantinopla, Bartolomé I y el Papa Benedicto XVI, volvieron a
encontrarse, se celebró la divina liturgia según el rito ortodoxo y
ambos firmaron una declaración conjunta.
Tuve la gracia
de estar dentro de la iglesia donde se encuentran las reliquias de San
Jorge y San Juan Crisóstomo, que fueron motivo de disputas en el pasado
cuando los cruzados se las llevaron de Constantinopla. Juan Pablo II las
restituyó a la Iglesia Ortodoxa.
El pequeño
templo lucía brillante debido a las lámparas que reflectaban su luz
sobre los iconos, preparando la celebración de la fiesta de San Andrés,
hermano de Pedro, que se llevó a cabo hoy.
Bartolomé I
salió del templo antes del inicio de la celebración para recibir al Papa
e ingresar juntos. Al término de la Liturgia se retiraron también
juntos, y desde un balcón saludaron al público tomados de la mano y
elevando uno de sus brazos en señal de esperanza de unidad.
Durante su
homilía, Bartolomé I se refirió a la importancia de la celebración
litúrgica que se une a la de toda la creación, transformando el Cielo y
la Tierra, y en la que Cristo, en verdad se hace presente.
Cantos,
incienso, el fuego de los cirios, y un ir y venir del Patriarca y sus
acólitos hacia el recinto del altar, fueron seguidos por el Papa quien
permaneció ubicado en un sitial de honor a la izquierda de la nave.
Finalizada la
celebración litúrgica, ambos dieron un breve discurso en el que desearon
un trabajo fecundo para remover las causas que impiden la total común
unión. La declaración conjunta no solo recordó los primeros pasos del
diálogo impulsados por Pablo VI y Athenágoras I, sino que exhortó a dar
un nuevo impulso a la Comisión Mixta creada por Juan Pablo II y
Dimitrios I.
En la Mezquita Azul
Por la tarde,
el hecho significativo fue la visita del Papa a la "mezquita azul" de
Estambul, llamada así por el color de sus impresionantes mayólicas.
Es ésta la
segunda visita realizada por un Papa a una mezquita en toda la historia,
la primera la realizó Juan Pablo II. Benedicto XVI recibió una larga
explicación por parte del imán de la mezquita, acerca de la historia del
edificio, del sentido simbólico de las cúpulas, de los lugares
relevantes como el que marca la dirección a la Meca (mihrab) y el
púlpito desde el cual se realiza la prédica de los viernes (mimbar).
Su Santidad,
acompañado del muftí de Estambul, profesor Mustafá Cagrici, siguió con
atención la explicación que le daban. Luego ambos hicieron, en silencio,
una plegaria que signó de manera particular el momento, después de
tantas reacciones que había causado el famoso discurso de Ratisbona.
Finalmente, ambos intercambiaron presentes, entre los que se destacó la
coincidencia, señalada por el muftí, del símbolo de la paz, representado
por una paloma en un grabado y en un cuadro.
Esperemos que
este signo abra el camino de un diálogo fructífero entre ambas
religiones a fin de contribuir a la solución de ciertos conflictos que
ni la política, ni las armas, pueden resolver.