Se acaba de aprobar un evento de trigo
genéticamente modificado resistente a la sequía, IND-00412-7. Lo hizo el
Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca a través de la Resolución 41/2020.
La autorización de su comercialización ha quedado sujeta solamente a que la
empresa desarrolladora obtenga el permiso de importación de dicho trigo en
Brasil, cuando en dictámenes anteriores se aconsejaba que dicha autorización
estuviera sujeta a la aprobación del evento en Brasil y para todos los usuarios
brasileros, así como en todos los destinos del trigo argentino que tienen
marcos regulatorios respecto a los Organismos Genéticamente Modificados (OGM).
El cambio de posturas es factible ante nuevos
acontecimientos en los mercados y es bienvenido si va a representar un
beneficio para el país. Pero lo que ocurre en la realidad es que no es así. La
participación brasilera en las importaciones de trigo argentino viene bajando
debido al crecimiento en los últimos años de la producción local. Así, Brasil
pasó de representar más del 87% como destino de nuestras exportaciones de trigo
en el 2015, al 45% en el año 2019. Por lo tanto, no se estaría tenido en cuenta
lo que podría ocurrir, por ejemplo, en destinos del sudeste asiático, siendo
que la mayoría de ellos cuenta con un marco regulatorio para OGM (Indonesia hoy
es nuestro segundo comprador de trigo y tanto Vietnam, como Tailandia, se
cuentan entre los primeros importadores). Otro tanto podría suceder en ciertos
destinos sudamericanos. Asimismo, aun cuando el gobierno de Brasil autorizase
el evento, ello no implica que los distintos estados del Brasil lo vayan a
permitir, ni que sus molinos o consumidores lo acepten, dadas las prohibiciones
que existen.
¿Para qué usan los países importadores nuestro
trigo pan? Justamente, para hacer pan, ya que existen otros trigos en el mundo
que se utilizan, por su bajo contenido proteico, peso hectolítrico y gluten,
para forraje. ¿Cuál es la diferencia? El precio. Normalmente se ha considerado
que un trigo para “feed” o consumo animal, vale entre 15% y 20% menos que el
trigo para consumo humano y que su precio tiene relación con el de otros granos
forrajeros. Hoy, esa diferencianegativa, dependiendo de la cotización FOB que
uno tome para el trigo panificable de los países exportadores (USA, Canadá,
Australia, Argentina, Unión Europea, Rusia y Ucrania) respecto a las de trigo forrajero,
estaría como mínimo en USD 40.- por tonelada métrica. Es decir, si aquellos
países de destino con marcos regulatorios considerasen al trigo argentino como
no apto para consumo humano por contener trazas de OGM, lo pagarían como trigo
forrajero. Es fácil sacar el cálculo de cuál sería el posible perjuicio
económico.
Y esto podría suceder por las dificultades de
separar (segregar) en forma razonable y segura los trigos OGM de los otros y,
sobre todo, de evitar las posibles contaminaciones. Sobradas muestras existen
en nuestra cadena productiva de este riesgo y no se cuenta en forma internacional
con un sistema aprobado por todos los países de “Low level presence” (bajo
nivel de presencia) para OGM. Asimismo, en el mercado local, si todos los
consumidores argentinos supieran que el trigo con el que se elabora su pan,
pizzas, ravioles o fideos, está contaminado o mezclado con trigo genéticamente
modificado, seguramente se produciría una baja del consumo en los sectores más
exigentes en cuanto a requerimientos ecológicos y sustentables con perjuicios
para la industria.
Estos riesgos, son los que entiendo ha evaluado
la “cadena del trigo” en un reciente documento firmado por la mayoría de las
Cámaras y Asociaciones vinculadas a la producción, el corretaje, el acopio, la
industria, la comercialización y la exportación del trigo. Creo que debería buscarse
el consenso para tomar este tipo de resoluciones que pueden generar perjuicios
económicos millonarios al país. Nadie duda de que los avances tecnológicos son
necesarios, ni de que este evento resistente a la sequía puede traer beneficios
en zonas con carencia de precipitaciones, pero se trata de poner en la balanza
del equilibrio y el bien común, los posibles costos y beneficios. De allí que
resulte necesario y urgente, inmovilizar el producido de las áreas que se han
sembrado este año en forma experimental con el nuevo evento, caso contrario, ya
estaríamos asumiendo riesgos en forma previa a la decisión que tomen Brasil y
otros países compradores y eso no podemos darnos el lujo de permitirlo.