Estoy a favor de la vida,
por consiguiente, me opongo a la despenalización del aborto en Argentina y en
cualquier parte del mundo. No soy un especialista, sino padre de seis hijos a
quienes les he tratado de enseñar lo maravilloso que es vivir, pese a la
pruebas que se nos van presentando en el camino.
Lo primero que me viene a la
mente, al pensar en el tema, es el recuerdo de un documental que vi hace un
tiempo en “YouTube” y que recomiendo a cualquiera de los lectores, sobre todo a
los legisladores que impulsan el proyecto en el Congreso de la Nación. Se llama:
“La odisea de la vida” y puede encontrarse en el siguiente lynk: http://www.youtube.com/watch?v=yvr5UCDM9QI&feature=fvst.
Tanto me impresionó, que lo
coloqué en mi página web. Es de una gran belleza fílmica y estética, acompañado
por una música muy agradable. Es decir, no contiene palabras. No se dice nada
durante el desarrollo del mismo. No hay recomendaciones, reclamos, protestas, ni
consignas. Habla por sí solo. Y esa es una
de las cosas que más me gustaron del documental. Porque cuando en este asunto descendemos
al terreno de las palabras (y lo digo como escritor), comienzan los problemas. El debate se vuelve científico, religioso, ideológico,
político, jurídico, económico, social o una mezcla de todo ello. Se discute,
entre otras cosas, en qué momento comienza la vida, cuándo el feto debe ser
considerado persona, dónde termina el derecho de la madre y comienza el del
niño por nacer, cómo se ve afectada la libertad, qué hacer en casos de
indigencia, de violación, de incapacidad, de embarazo precoz, etc… Generalmente,
buscando cierto consenso, se cae en el terreno de las excepciones, y el “deber”
de contemplar las excepciones termina manoseando toda la existencia.
Después de ver este video,
en el que se muestra el proceso de fecundización de un óvulo por parte del
espermatozoide, y el surgimiento de la vida a partir de la formación del
cigoto, uno se queda sin palabras y se despejan las dudas. La vida es “vida”, sin
más. No tiene término medio y no hay manipulación del tiempo que haga posible
ninguna justificación legal en un calendario, ni en las circunstancias de la
maternidad. Es vida, palpable, latente, ostensible, genéticamente comprobada,
que grita sus ganas de darse a conocer. Negarlo, sería como preguntar si la
semilla al ser plantada en el suelo, tiene o no vida, antes de que la veamos
aparecer despuntando como brote verde sobre la superficie de la tierra. Sin
embargo, los humanos hemos construido el cuestionamiento de nosotros mismos.
Pretendemos no saber cuándo comenzamos a “ser” o dudar de si está bien o mal
dejar que “seamos”. Paradójicamente, cuando se trata de otras especies del
reino animal, ponemos el grito en el cielo si alguien no defiende la vida.
Estoy de acuerdo con todas
las campañas que se puedan hacer a favor de la vida, aunque creo que algunas
son más efectivas que otras, como por ejemplo la de exhibir este tipo de
documentales, en cuanto medio se pueda, incluso en pantallas gigantes en los
parques de las grandes ciudades, colocando sólo como consigna: “Un llamado a la
reflexión”.
Cuando se me pide una
propuesta concreta para contemplar los casos de excepción, siempre respondo que
la mejor es aquella que predicó la Madre Teresa de Calcuta: “No los maten,
entreguen los niños en adopción”. Por ello, más que luchar contra la muerte,
tenemos que “apostar por la vida”, pidiendo la urgente revisión de las leyes de
adopción y creando instituciones de contención de los niños no queridos.
Instituciones con pleno respaldo del Estado y de las organizaciones civiles,
que se transformen en verdaderas “parteras
de esperanza”, encontrando así una solución equilibrada entre libertades
y derechos, que no reniegue de la evidencia de la vida, sino que cante como el
salmista: “El cielo proclama la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra
de sus manos; un día transmite al otro su mensaje y las noches se van dando la
noticia. Sin hablar, sin pronunciar palabras, sin que se escuche su voz,
resuena su eco por toda la tierra y su lenguaje hasta los confines del mundo”.