Es viernes, por la noche. Una de la mañana. Barrio
de Palermo. Ciudad de Buenos Aires. Vuelvo a casa después de una comida
con viejos compañeros de colegio. Dos jóvenes, de entre 20 y 25 años,
pasan a mi lado, fumando tranquilamente marihuana. Lo primero que pienso
es en el fallo de la Corte Suprema de Justicia despenalizando el
consumo personal de marihuana. Claro, imagino que estas jóvenes han
leído los titulares de los diarios y dijeron: "Ahora, se puede fumar por
la calle". Me pregunto: ¿Se puede? Supongo que no. Pero el fallo sí que
ha causado confusión entre lo que es lícito e ilícito en la materia.
Encima, el doctor Eugenio Zaffaroni,
reconocido juez "garantista" de la Corte, según he leído en un medio por
Internet, ha dicho que, ahora, "se puede tener una macetita en casa,
mientras no se haga proselitismo". Sí, lo que escucharon, un juez de la
Corte Suprema. ¿Que de qué tamaño la maceta? Bueno, supongo que no tan
grande como para que implique proselitismo; es decir, según el
diccionario de nuestra lengua, para que no exista "celo de ganar
adeptos" o, hablando en criollo, que no lleve a otros al consumo de
marihuana.
En mi caso, por lo que vi, las dos muchachas
pasaron tan "colgadas" que ni me miraron. Por lo que se supone que no
quisieron convertirme en un adicto como ellas. Preguntaría al señor juez
si, en caso de que se hubiesen dado vuelta y acercado el "porro",
invitándome a dar una pitada, ¿estarían cometiendo delito por
proselitismo? Sé que el señor juez también dijo que "el límite es la
presunción de delito". Por lo que vuelvo a recurrir al diccionario y me
doy cuenta de que presunción no implica prueba, sino que basta con la
sospecha. ¿Qué ocurriría si yo hubiese sospechado que las jóvenes
querían convencerme de que fumar marihuana es bueno para la salud? ¿Debí
denunciarlas o llamar al doctor Zaffaroni y preguntarle si era bueno
para mi salud? Claro que el hombre es abogado y no médico, por lo que
supongo que él habrá consultado a médicos y especialistas, antes de
decir que se puede tener en casa una macetita. ¿O no?
Entonces, siguiendo el razonamiento del señor
juez, ¿será bueno que nuestros jóvenes cultiven en casa cannabis , en
vez del bonsai que hizo famoso de De la Rúa? ¿Hasta cuántas plantas les
dejaremos poner en la maceta? ¿Dos, tres, cuatro? ¿La podrán tener en el
balcón, a la vista de los vecinos? Creo que no, porque eso sería
presunción de que están haciendo proselitismo, dejando que todo el mundo
las vea crecer y hasta las pueda oler. Sería tentarlos a que, cuando no
haya nadie en casa, vengan a cortarlas o manden a una paloma mensajera a
armar un "porro" en el balcón, a fin de probarla, como hicieron Adán y
Eva con la manzana.
Y si la planta es podada cuando salimos,
corremos el riesgo de que tome vigor y siga creciendo más y más, hasta
taparlo todo y confundirse con las macetitas de los hijos del vecino del
costado o del adulto del frente, y que la calle entera se convierta en
un gran invernadero de cannabis , compuesto por cientos de macetitas no
proselitistas, inofensivas, impresumibles, blanditas, que solamente
mantengan "colgados" a los vecinos, aunque, científicamente, se sepa que
las drogas blandas son la antesala de las duras, tipo paco o cocaína,
algo que, me imagino, el señor juez condena. ¿O no?
"En el caso de la marihuana, dejaría
penalizado sólo el tráfico masivo. El tráfico de marihuana no genera
grandes mafias, es un tráfico folklórico", comentó, además, el señor
juez, según el medio mencionado. Claro, es un tráfico folklórico, porque
puede venir oculto dentro de las guitarras, los charangos o las quenas;
sobre todo, si se va a consumir en una fiesta donde lo que prima es el
folklore. Pues, entonces, no vale la pena meterse con ella. que quede,
pues, el barrio de los balcones inundados de cannabis incluido dentro
del cumplimiento de la nueva ley de Radiodifusión, que obliga a pasar un
30% de música nacional en los medios, teniendo en cuenta que los
plantines llegarán en forma folklórica dentro de bombos legüeros. Y
cuando todo el barrio esté "colgado", nos daremos cuenta porque se
escucharán zambas, chamamés y no faltará la milonga. ¿O no?
¿Que no es eso lo que habrá querido decir el señor juez? Pues
deberá explicar bien lo que será en adelante la justa medida para
considerar o no que existe presunción de andar haciendo proselitismo con
la marihuana. Por ejemplo, si uno agita una bandera blanca con una
planta de cannabis dibujada en ella y la leyenda "marihuana libre",
¿será considerado directamente proselitismo o dependerá del tamaño de la
bandera o de los ojos de quien la mira? Sí, claro, me imagino que los
jueces sabrán medir las cosas con mejor juicio que un padre de familia,
porque siempre se representó a la Justicia con una balanza en la mano.
Entonces, sabrán medir cuántos porros se puede tener en el bolsillo para
consumo personal y de los invitados. ¿O se va prohibir que el dueño de
la macetita convide a otros de sus plantas sin que esto implique
proselitismo, sino, simplemente, como una forma de agasajarlos después
de la cena? Claro, como si les convidase un tecito de hierbas, tipo
boldo. En realidad, entre boldo y porro no hay mucha diferencia, sólo
que los médicos dicen que el primero es aconsejable y el segundo no,
porque es nocivo para la salud. ¿O no?
Claro, usted se preguntará por qué razón la
justicia debería meterse en este discernimiento, si no "afecta el bien
jurídico ajeno", como ha comentado también el señor juez. Porque el
cuerpo de uno, imagino que no es un bien jurídico y la marihuana a lo
que hace mal es al cuerpo físico y no al jurídico; y es lógico que, para
un juez, sea mucho más importante lo jurídico que lo corporal. En
definitiva, pareciera que la justicia no tiene nada que decir de la
marihuana, mientras no afecte la legalidad del cuerpo, ¿Que sí, que
tiene que hacerlo, si no no sería justicia? Pues estoy tan confundido
que ya no sé si hay que decir a los jóvenes que la marihuana hace daño
al cuerpo o si lo que hace daño es la justicia. Tenía razón Discépolo
cuando, en su famoso tango Cambalache señalaba "que el siglo veinte es
un despliegue de maldá insolente" y "no hay quién lo niegue".
Finalmente, me pregunto si el juez Zaffaroni
tendrá hijos, como yo. Si los tiene, me gustaría que me explique qué
debo decirles de la marihuana, cuando lo único que ven, entre parientes,
amigos y conocidos, es cada vez más jóvenes arruinados y destruidos por
culpa de las drogas.