El Decreto de Necesidad y Urgencia No. 241/2021
vuelve a cerrar los templos del AMBA durante 15 días. Prohibido ejercer el
culto dentro de las iglesias, aunque se tomen los recaudos del caso en cuanto a
cuidado e higiene (aireación, barbijo, lavado de manos y distanciamiento).
¡Total a quién le importa el cuidado del alma! Ya lo había hecho el doctor
Fernández el año pasado durante varios meses. Un Presidente que luego pone cara
de compungido y cierra su discurso con palabras del Papa Francisco, diciendo
que de la pandemia nos “salvamos entre todos”.
Utilizando sus mismas palabras
grandilocuentes y fuera de contexto diré que es un “estrago espiritual” el que
comete. Y no es que Dios solamente esté dentro de un templo. Claro que no. Dios
está en todas partes. Pero, como católico, debo decir que dentro del templo se
encuentra el Sagrario, y dentro del Sagrario, el cuerpo de Cristo. Esa es
nuestra fe. Por lo tanto, las iglesias para los católicos tienen su importancia
esencial y cerrarlas es motivo de tristeza y de confiscación del derecho al
ejercicio del culto. Lamentablemente, los católicos no hemos sido capaces de
meter un amparo por el mismo motivo que con la educación (y me incluyo). Un
amparo en favor de Cristo y su memoria. Y cuando hablo de Iglesia, hablo de
laicos y de religiosos.
Habría que ver si un juez porteño
hubiese mandado abrir los templos y permitir el culto con el debido cuidado y
respeto entre los fieles. ¿Será que pese al COVID-19, el hombre se olvida cada día
más de Dios y de todo lo que tiene que ver con el espíritu? Esto que escribo
seguramente le molestará a muchos de los lectores, como a mí también me molesta
no hacer nada en defensa de la fe. Por suerte los padres de familia se han
organizado para defender el derecho a la educación de sus hijos, pese a que
algunas provincias se lo nieguen y hasta los amenacen con sacar el registro de
las escuelas que abran sus puertas. ¿No habrá llegado el tiempo de que los
fieles católicos nos organicemos en algún tipo de ONG para defender nuestros
derechos? Y no me refiero solamente a este hecho que ocurre durante la
pandemia, sino a tantos ultrajes que de continuo se hace en los medios de
comunicación a los valores y símbolos de nuestra de fe, en un país en el que su
Constitución madre mandaba que el Presidente profesara la religión católica
(eliminado durante la reforma de 1994), pero que sigue sosteniendo el culto
católico en su artículo 2º (artículo que muchos quisieran eliminar para
declarar al país sin Dios o directamente sosteniendo el ateísmo).
¿Me pregunto también si este
COVID-19 no será una prueba permitida por Dios, como las que vivió en su marcha
por el desierto el pueblo de Israel? ¿No? ¿Acaso el hombre todo lo puede con su
ciencia? Por momentos pareciera que sí. Que con la vacuna estamos salvados. Que
la vacuna es como el maná o el reemplazo moderno de la eucaristía. Gracias a la
Misericordia de Dios todo esto que sucede siempre tiene perdón, pero hay cosas
de las que sinceramente los creyentes tenemos que empezar a ocuparnos, antes de
que nos quemen las cruces, eliminen los nombres que hacen referencia a los
santos de calles, escuelas, ciudades y provincias; y hasta prohíban toda
referencia a lo que trasciende al hombre y nos hace creaturas débiles y
necesitadas del Creador.