Sabido
es que a los males que padecemos de pobreza, corrupción, impunidad, inflación e
inseguridad, se le agrega uno aún mucho mayor, como es el del narcotráfico y el
consecuente incremento en el consumo de drogas que destruye la salud de
nuestros jóvenes, familiares y amigos, quebrando a la familia y, por ende, a la
sociedad.
Por
consiguiente, es responsabilidad de todos los ciudadanos, sin distinción de
ideas ni banderías políticas, cooperar en la lucha, especialmente, contra este
último flagelo. La mejor oportunidad se nos presenta en las próximas elecciones
cuando, a través de nuestro voto, podremos convertir dicho propósito en algo
efectivo.
La
solicitada es a NO VOTAR POR AQUELLOS
CANDIDATOS QUE ESTÉN CUESTIONADOS POR SUS VÍNCULOS CON EL NARCOTRÁFICO O QUE
SEAN PARTIDARIOS DE LA DESPENALIZACIÓN DE LAS DROGAS. Y si para ello, es
necesario cortar boletas, pues hagámoslo sin titubear.
Es
tiempo, como ha dicho recientemente el Papa Francisco en Cuba, de “comenzar a servir a las personas y no a
las ideas”.
Si
así no lo hiciéramos, Dios y la Patria
nos lo demanden.