Según la información de
dominio público, comenzarán a tratarse en la Comisión de Legislación Penal del
Congreso de la Nación, varios proyectos sobre el aborto. Lo primero que me
viene a la mente, al pensar en el tema, es un documental que vi hace un tiempo
en “YouTube” y que recomiendo a cualquiera de los lectores, sobre todo a los
legisladores que impulsan el proyecto en el Congreso de la Nación. Se llama:
“La odisea de la vida” y puede verse en el siguiente lynk: http://www.youtube.com/watch?v=yvr5UCDM9QI&feature=fvst.
Es de una gran belleza
fílmica y estética, acompañado sólo por música. Es decir, no contiene palabras.
No hay recomendaciones, reclamos, reflexiones, protestas, o consignas. La
imagen habla por sí sola y eso es lo más atractivo del documental. Porque
cuando en este asunto descendemos al terreno de las palabras (y lo digo como
escritor), comienzan los problemas. Se
discute, entre otras cosas, en qué momento comienza la vida, cuándo el feto
debe ser considerado persona, dónde termina el derecho de la madre y comienza
el del niño por nacer, cómo se ve afectada la libertad, qué hacer en casos de
indigencia, de violación, de incapacidad, de embarazo precoz, etc…Y ni qué
hablar cuando se desciende al terreno de las estadísticas que se manejan con
absoluta liviandad y sin ningún sustento probatorio, como si estuviéramos
hablando de indicadores económicos.
Después de ver este video,
en el que se muestra el proceso de fecundización de un óvulo, uno se queda sin
palabras y se despejan las dudas. La vida es “vida”, sin más. No tiene término
medio y no hay manipulación del tiempo que haga posible ninguna justificación
legal en un calendario, ni en las circunstancias adversas de la maternidad. Es
vida, latente, ostensible, genéticamente comprobada, que grita sus ganas de
abrirse a la fantástica “odisea de la vida”, de gestarse y salir a la luz,
dándose a conocer. Negarlo, sería como preguntar si la semilla al ser plantada
en el suelo, tiene o no vida, antes de que la veamos convertida en un rosa que
abre sus pétalos al rocío. Sin embargo, los humanos hemos construido el
cuestionamiento existencial de nosotros mismos. Pretendemos no saber cuándo comenzamos
a “ser” o dudar de si está bien o mal dejar que “seamos” o si “somos”
únicamente tantas semanas después de haber empezado a “ser”. ¡Total, nada de
esto se ve! Todo ocurre dentro del seno de una mujer que, mientras no crezca, puede
pasar desapercibido, aunque las secuelas psicológicas de realizar un aborto
aparezcan poco tiempo después.
Estoy de acuerdo con todas
las campañas que se puedan hacer a favor de la vida, aunque creo que algunas
son más efectivas que otras, como por ejemplo la de exhibir este tipo de
documentales en cuanto medio de comunicación se pueda, incluso en pantallas gigantes
en los parques, colocando como consigna: “Un llamado a la reflexión” o,
achicando más aún la frase, sólo decir: “Tú Vida”. Sería bueno proyectarlo, por
ejemplo, frente al Planetario de la ciudad de Buenos Aires, lugar que algunos
eligieron hace muy poco para realizar unas horas de meditación.
Finalmente, cuando se pide
una propuesta concreta para los casos de excepción que debiera contemplar la
legislación actual, creo que la mejor es la que predicó la Madre Teresa de
Calcuta: “No los maten, entreguen los niños en adopción”. Por ello, más que
luchar contra la muerte, tenemos que “apostar por la vida”, pidiendo la urgente
revisión de las leyes de adopción y creando instituciones de contención de los
niños no queridos. Instituciones con pleno respaldo del Estado y de las
organizaciones civiles, que se transformen en verdaderas “parteras de esperanza”, encontrando así una solución
equilibrada entre libertades y derechos, que no reniegue de la evidencia de la
vida.